Blablabla

No hay concentración y la gente pasa, un tanto meditabunda, quizá abstraída y yo?
vuelve a mi la misma sensación, aquella que litiga cualquier expresión, que detiene el aire, que distorsiona mi percepción.
Y veo así como escucho , sin más ni menos, con el sentido perdido, con la mirada vacía y la mente extraviada.
Me detengo, leo, no puedo, no creo poder... desisto.
Tan simple, la comida va como viene, al parecer no les es suficiente; un circo de colores, de aromas, de sabores que se mezclan y hasta provocan, un circo del que decido no ser participe sin convicción pero con seguridad. Nuevamente me abstraigo.
Opto por la música, eso siempre funciona, sí siempre.
Razono sin lógica, irónicamente la canción habla de hambre, la necesidad es el verdugo de mis días, necesidad o impulso de introducir mis dedos en mi boca, como imanes que al atraerse me causan placer.
Vuelvo a mirar, los transeúntes indispuestos, lúcidos en sus soliloquios; veo como arremeten las aves contra ellos. Una lucha por la existencia, senil pero existencia a fin de cuentas.
Su presencia, mis oídos y el espacio; tan fugaz, tan impenetrable, me absorto nuevamente y no lo entiendo. Es así, siempre lo fue.
Detente gritaría él pero esta vez es imposible; no escucho, cedo y grito, en silencio vuelvo al mundo. Fácil como real.

Te envuelves de nuevo como otra piel, como otro olor; tan extraño que lo desconozco y no entiendo. Lo único claro es el éxtasis; moriría tranquila.
Yo sé que nunca voy a dejar que la mañana se valla, el alma, la distracción de la piel que sobra.
Mundo onírico, no olvides lo que digo.
Igual que en el futuro hoy seré la primera, seré la que pueda, la que deja eso por aquello.
Crear otros, inventar besos, fantasear e imaginar.
A mi costado no es igual, no es que esté mal; como casi una niña, sin fragilidad de flor.
Manos que estrujan, lengua que envenena.
No, no, no; no es la misma cosa.
Ambrosía.

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