Qué todo es subjetivo me dice, inexplicable, te lo explico con gatitos?
Ahora yo te propongo algo, hagamos de cuenta que nada pasó, te voy a enseñar que es lo que nunca me atreví a hacer. Ahora cuando mis ganas están más débiles, el horizonte es aún más pequeño.
Adrenalina, dopamina, vitamina; resuena como una canción que no da frutos. Es que ya no sé donde buscar y me da miedo, ya conozco el círculo vicioso de mis falsas promesas, de ésta mentira sublime de la que acepté ser parte.
Para lo visible soy demasiado grande para ser una imagen joven, para ser vulnerable entonces dependo de los jueces colectivos de lo válido. Es que acaso la adultez nos convierte en invisibles, será que esa es la razón por la que hacemos tanto ruido, porqué no soportamos la protesta sosegada, nos parece insoportable pasar desapercibidos, estamos medicados, estamos atados a buscar culpables para no sentirnos culpables.
Estamos pidiendo venganza a gritos, son esperanzas me pregunto con honestidad. No tengo respuesta. ¿Alguna vez pensaste en la eutanasia? Que mantenernos vivos evitando hacer sinapsis completa no es exactamente una muerta indigna, una agonía eterna aceptada socialmente. Ahora me toca esperarla a mi...
En algo hay que creer cuando nadie quiere mirar, una pitada por permanecer cuerda. Quiero encontrar ese ser que está entre la tempestad que mastica el aire bajo el sol. En el algún momento tiene que salir, ya no tengo justificaciones para lo que no fuiste pero no te voy a dejar con la risa plastificada ni con los sueños desechos.
Vulnerable, descartable, la que tiene miedo a querer: la estrofa que se mezcla con otra mientras te veo gritar. ¿Te acuerdas cuándo de niñas aprendimos a hacer voz de ventrílocuo? Teníamos el código secreto de la espera hasta que sea nuestra la voz la que se haga escuchar. Aprendimos a hacer las tareas, a aferrarnos a los sellos sonrientes, a los halagos colgados de patrañas. Para una mentira se necesitan dos: fingimos ser amadas.
Entre carcajadas desesperadas y como caja resonante todavía pienso: ''Cuál de todas tus personalidades'' mientras perdida en mi propio laberinto, todos los días se me ocurría pensar en lo mismo. Ya no busco conservar la paciencia y mucho menos fingir inocencia. Qué reflexiones baratas Aristóteles. Me quedo con la tranquilidad que elegiste la cordura de no atreverse a vivir.
Por que la diosa cordura se te escapa y no la viste jamás: Es una de las cosas más entretenidas de estar contigo.
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