Sabes que las palabras son más que eso. Las luces son estrellas que titilan detrás de un vidrio opaco casi negro. Hay algo en ese recuerdo además de mi mirada que se pierde bajo los efectos de, a estas alturas ya no sé muy bien qué.
Son los bordes de un abismo, sentí como mi cuerpo se resquebrajaba consumido por una fragilidad indescriptible. Guarde silencio, temí que mi lengua rodara por el suelo ante una palabra o que al cruzar la mirada mis pupilas empezaran a girar descontroladas dentro de las orbitas, estallando en mil pedazos, estallando.
Asentí con la cabeza, no sé que atravesaba mi garganta, quizás era saliva, quizás era vino, quizás era dolor. Con mi organismo en contra sólo me quedaba confiar en el rigor de mi razonamiento. Sin interlocución posible me hundía en ese estado, temí perder la integridad de mi cuerpo.Empapada en la duda, hasta mi existencia me pareció cuestionable. La validez de tu boca me impulso palabra por palabra y si me quedaba algún argumento en ese momento se evaporó como el cigarrillo que se consumía entre mis dedos.
Fui paciente ante mis tropiezos e incrédula ante mis presagios decidí no pelear más en ese terreno. Mis pulsaciones se aceleraban y sin parpadear ninguna lagrima calló. Por mi cabeza solo pasaban primigenias fantasías de tortura. Fui incapaz de disimilar de mi decepción.
A veces en medio de la fiebre, cuando mis ojos parecen vidrios a punto de quebrarse sueño que fue así como se gestó mi existencia: destinada a la humillación. A veces es el mar quien me hunde entre las olas, en esos mismos sueños que incuban penurias construyo una pared ladrillo a ladrillo. Quizás si hubiese sido consistente para terminar de construir ese muro, esa pequeña abertura nunca, pero nunca se habría convertido en un te quiero.
En el fondo, extremadamente vulnerable solo puedo emitir gestos complejos y profundos, llena de vergüenza se va apagando mi organismo pero al mismo tiempo alertando mi cerebro y generando defensas. He perdido la búsqueda y al mismo tiempo es absurdo apostar por el regreso.
Parece ser que soy castigada por seguir el impulso de mis designios: ser descartable.
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