En el nombre del padre

El impedimento de la verdad nos fue agobiando, en la distancia nuestras almas parecen irse por distintos caminos.

Tú haces de tu indiferencia mi realidad. Esta es la marca del padre. Tan distinto, tan maligno, tan inconsecuente, santo y seña de tus errores, y mi desconcierto, tantos ciegos, tantos ilusos, tanta vanidad...

Esperando bajo el umbral de la piedad ajena nos encontramos hoy frente a frente, es mi reclamo, es la consecuencia de tu actuar facineroso. Vengo por lo que me corresponde,vengo por lo que asciende mi herencia, vengo por tu voluntad o por lo que te quede de ella.

Bendigo a tus hijos, a los que me alejaron de ti, los bendigo por aceptar ser tus lacayos, por redimirse y aceptar que tu actuar es digno de mérito. Es que la envidia nos transformó, nos puso unos contra otros en pie de guerra.

Cuántas mujeres expectantes, cuántos vestidos esperando, cuanta negligencia en tus manos queriendo clavar el puñal, esa fue tu táctica, de la cual hoy llevo tu estandarte.

Sola, bendita, correcta y orgullosa, dejando de lado la ira y el dolor, caminando frente en alto hacía futuro incierto hoy te espera desde lo alto, escalera arriba, desde la cúspide del poder, de aquel que tú le diste, el que se ganó con las lágrimas y el sudor, con el ayuno y la sumisión; contempla tu miseria, dale al sabio una ofrenda por su labor: ha vaticinado tu muerte, ha visto tu perversión.

Y aquí finalmente nos tienes, que por tu proceder hemos sido merecedoras de la dicha, aquí me tienes a hora tardía sacándote el disfraz, a pesar de que para caer en cuenta de la realidad el tiempo no apremia; así que hoy al menos agradece que la suerte te tituló padre porqué en la despedida el verdugo osará apenas nombrarte fecundador.


No hay comentarios:

Publicar un comentario