Premonición

Ú


La primera vez que sucedió tenía 11 años faltaba muy poco su cumpleaños y tuvo un sueño, un simple sueño y un nombre tan particular que reconocía jamás haberlo oído. En ese sueño hubo también una fiesta, hubo un vestido y hubo un beso. A la mañana siguiente ni siquiera había un recuerdo.

El viento previo a la lluvia siempre tiene una particularidad: elimina cualquier sonido que pueda no hacerlo sentir importante, es lo único que penetra tus oídos y llama al silencio más obscuro de una noche blanquecina de nubes a punto de estallar. Las primeras gotas le recordaron a esa sordera pasajera que alguna vez había vivido, esa desesperación de quedarse fuera del mundo y sus delicias, también había sido un día de lluvia pero no hubo viento, no hubo nada.
Escuchó lentamente la trayectoria de una botella arrastrada por la corriente en la azotea contigua, escuchó sus idas y vueltas, vio (o imaginó) exactamente cada centímetro de su recorrido. Estaba en eso cuándo repentinamente volvió a suceder.

La segunda vez sucedió fue un día antes del último día de la primaria, esta vez no hubo sueño, hubo una imagen, hubo una canción, un adolescente en un traje perfectamente combinado con una linda corbata, hubo un vestido horrible, y hubo una declaración de amor.

Esa noche el frío se mezclaba con las gotas y no supo si era esa la causa del escalofrío o es que nuevamente sucedía antes de una tragedia. Tuvo miedo porque era inevitable y sabía que hubo un sueño, otro, uno más y así quizás dos más.
Algo que aprendió fue algo que llaman advertencia, lo nunca aprendió era si realmente servía para algo, es que a veces los adultos son así, escuchan sólo aquello que parecen haber comprobado o aquello que no los haga infelices, pero qué perdía, aparentemente nada sin embargo era en vano.

La primera vez que sucedió antes de una tragedia, fue en plena primavera previa a sus quince años, nunca supo si fue por haberse aferrado al dolor o porque algo más allá de su comprensión le mandaba un bálsamo necesario antes de la caída. Había un pasillo largo, la misma ropa todos los días, un diario de vida incompleto, una iglesia, un adiós y un último suspiro. Hubo una vela encendida y hubo algo más: su nombre pronunciado por el viento en un vaivén de recuerdos que finalmente se perderían. A partir de ésta vez nada sería igual.

Cuándo los relámpagos impedían que los ojos se cerraran, por fin pudo verlo con claridad (o recordarlo), ahora todo tenía sentido, cada uno de los sueños era una parte inconclusa porque necesitaban unirse entre sí. El dolor del pecho se convirtió en llanto, estaba sucediendo de nuevo, la impotencia era un torrente tan fuerte como el resonar de la noche, había sucedido y nadie quiso escuchar.

La tercera vez que sucedió notó que no todo era negativo, que aquella manifestación podía ser buena o mala, generalmente era una mezcla entre los sueños y las imágenes que aparecían de pronto. Fue cuando por fin entendió que no era casualidad, que eso no existía, que aunque no conociera la razón sucedería todas las veces que fuese necesario, no era un don, era herencia.

El mundo se hacía inmenso y a pesar de que la temperatura descendía el calor venía como una ráfaga, no es temor se repetía, como buscando un consuelo, a pesar de que ya sabía la verdad sólo necesitaba una despedida, necesitaba que alguien le creyera, que alguien comprendiera que es mucho mejor que la tragedia te tome por sorpresa que a que lo sepas de antemano y las únicas manos que tienes queden atadas en el silencio del infortunio ya que en estos tiempos de ciencias lo que no se explica o lo que no se ve muere en el alma de quienes tienen algo más para decir ( o ver ).

Visión: Comprensión inmediata y directa de las cosas, de manera sobrenatural. Imagen irreal, sobrenatural o fantástica. 
Y  ¿si se hacen realidad?





No hay comentarios:

Publicar un comentario