Cuarentena

Y al octavo día, por fin la bitácora fue empezada.

La memoria suele ser mala aliada, parece que el cerebro quiere jugar a las escondidas, vamos olvidando, como pequeños rastros de ceniza en el aire, se desvanece el ensueño, ha llegado la epidemia. 

Sangre que fluye como ave que emigra, ojos que se oscurecen, noche pesada.
Somos todos tabulas rasas.
El viento me abraza en calor, las lágrimas se ahogan, la guerra terminó antes de la primera batalla. Tenemos suerte.
Tiempo y espacio que dejaban de tener sentido, podrían ver la hora mil veces, resuena algún Réquiem en los oídos, una nota eterna, una breve pausa.
Levanto banderas blancas, me rindo. Esta es mi mejor actuación, a penas el enemigo se retira llega la caída; los testigos se sorprenden, pasar del jubilo a tribulación. El escudo toca suelo.
¿Cuántas víctimas habrás dejado? ¿Cuántos más estaremos en cuarentena?
Finalmente, es el segundo día de ataque, firmamos la capitulación, demarcamos el territorio. Esto es todo lo que mi nación podía dar, quizás lo único franco que siempre tuvo para dar.
Ya la armadura se hace pesada, las calles entre castillos se observan vacías, neblina, frío que atraviesa nuestras almas, como fieles ovejas imploramos al cielo perdón.
Las promesas están para romperlas, le he fallado al templo amurallado, he permitido el saqueo, es como un sacrificio: el corazón enaltecido ante un eclipse lunar. 
Vacuidad 
Retumban las últimas palabras, esos párrafos a pie de página, las condiciones, cada apartado de nuestras clausulas. Fueron cuatro años esperando la llegada de tu empresa. 
Después del balance de pérdidas, ya puedo dejarme caer, es momento de sollozar bajo gracia del espacio celeste.
Aún quedan soldados, aún nos quedan cosas por perder. Asciendo al oráculo: cuántas veces más, dónde termina la devastación, cuál es la señal.
Quizás este sea el arte de luchar: la caída y la resurrección.

Mis aposentos no se venden, la estancia que te vio florecer sólo fue pisada por el hombre una segunda vez. El llanto de las entrañas a vista de otros es tan extraña, cuenta la leyenda que eres el segundo en arrasar con esta raza, que hoy dejaste en cuarentena.
Llegó por fin el diluvio, serán cuarenta días y cuarenta noches, buscaré refugio entre jardines, pisaré cada paso que dimos a ver si por reminiscencia puede ser escrita esta epopeya.

Sí logro salir victoriosa nos vemos en tierra firme. 



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