Santiago



Respiro, suspiro, transpiro.
Me envuelvo y remato.

Las calles de Santiago vuelven a estar vacías, en un silencio que se estremece para mi.
No es imposible, no hay cansancio, no hay dolor.
Capto lo que puedo, te recuerdo, escondo el llanto.

Por aquí nunca caminé y no quiero que vengas conmigo, este es mi secreto
es el aire que comparto con millones menos contigo:
Alguna vez te presté mis lugares y aún no me los has devuelto.

Camino entre sonrisas ajenas y una humareda que me encandila
súbita muerte de mis deseos, el recorrido de una lágrima absorta.
Estaciones de metro infinitas en belleza.
Imágenes de recuerdos de los que sólo yo tengo memoria.

Melodías que no acaban de morir 
mundo aparte, rapidez asesina de sueños, un compás que no puedo seguir.
Correr es como ir lento, y alcanzarte ya no es un anhelo
No sé donde estás.

Esperanza muerta en el calor que te has llevado
para quererte, para abrazarte, para soñarte... para matar mi tormento.

Me hace feliz saber que aún existe, que cada rincón de esta cuidad muere para darme vida
me faltan ojos, me faltan manos, me faltan pies y me sobra el aire.
Oxigeno la sangre, me mimetizo con el viento, me hago parte de las nubes,
sin embargo aún no me dejas despegar.

Yo sé que no me perteneces, que esta será una historia de amor sin final feliz
sé que venderás ese color gris al mejor postor y que agotarás tus fantasías 
Te conozco como muchos y a la vez como nadie.

Ataste mi alma a estas calles, entre la indiferencia y tu sórdidos encantos, 
me detengo sin izarme a los cielos.
Déjame ir



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