Superficial

No me creía ni mártir ni victima, pero tenía ese grito sobre acogedor que no me dejaba respirar.
Sentía la más profunda de las penas, era también un remordimiento, una pregunta constante que me hacía pensar que era lo que había echo mal.
Era como no asumirlo, era un juego cruel, algo superficial, algo que no trascendía. Era la peor de las burlas, hacerme pedazos y tener que callar.
Así seguía el vaivén, aceptando, sumisa y permisiva, sin sentirme capaz de reclamar cosa alguna. Lo había logrado de nuevo: hacer que me minimice al punto de no merecer algo a cambio.
Más allá de lo trágico, lo que aquí realmente me era una espina en el zapato, o mejor dicho esa lágrima que no dudaba en correr, era el hecho latente de que todo esto le significaba un camino ascendente hacía  lo que llegaría a sentir o sencillamente hacía lo desconocido. Y por mi parte no era más que el crecimiento de un punto máximo en el que estaba sola.
Es una carrera de obstáculos, de relevos donde voy sola. Donde el testamento es lo que siento, lo que YO SIENTO, sola y llanamente siento yo.
Es un juego, donde se pagan las culpas, donde el Karma se cumple, donde los pecados se pagan... Eso si quizás buscara una razón o una excusa para convencerme. Pero no.

Sigo creyendo que nunca entenderá lo que digo, que si llega a leer mis palabras, no comprenderá el mensaje, se ofenderá, se sentirá atacado, dirá una vez más que si estoy desconforme todo puede terminar, sin saber que si eso sucede comenzará el penoso proceso de algún tipo de muerte.

Por eso sigo creyendo que la nada será la mejor oyente y lectora de todo eso que quieres ignorar...



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